martes, 3 de julio de 2012

En Apoyo a los Mineros

Desde el día 1 de Junio los mineros de Asturias y León han declarado una Huelga General Indefinida en el sector carbón y minería. La información nos llega dosificada y con cuentagotas para fomentar la desinformación y evitar el contagio y las muestras y gestos de solidaridad, que aún así no han conseguido frenar.

Los recortes, la crisis y las reconversiones afectan más brutalmente al sector de la minería que a los demás, pues se trata de uno de los más pobres.

Tradicionalmente, la minería es uno de los sectores más combativos y ejemplares que nos enseñan lo que es la dignidad obrera y la resistencia. Cuando te quitan el trabajo, el sustento y ponen en peligro la comida de los tuyos, hay dos opciones, agachar la cabeza y resignarse, o luchar.

Se están llevando a cabo piquetes a diario cortando carreteras, autopistas y líneas ferroviarias que unen Asturias con Madrid. Los enfrentamientos con la policía y la guardia civil son continuos.

Asturias está al borde del colapso y se halla comercialmente aislada. Mientras, los medios de comunicación y el gobierno esconden estos hechos. Asimismo, varios mineros siguen encerrados voluntariamente en los pozos como medida de presión.

Ellos no piensan dejar que el gobierno y los capitalistas suman a toda una región en la miseria.

Pero, ¿por qué luchan los mineros asturianos y leoneses? Los mineros luchan por las gentes de sus comarcas, de sus regiones, que como Asturias están muy afectadas por la situación del sector, por el valor estratégico del carbón, por sus puestos de trabajo, es decir, luchan por la justicia y con el deseo de corregir una injusticia histórica.

Hay algunos que se preguntan, inocentemente, cómo puede ser que los mineros la estén montando otra vez. Se preguntan a sí mismos el por qué usan la violencia abiertamente contra las fuerzas de seguridad del estado, o cortan carreteras pudiendo “incomodar” a otros obreros que van en camino a sus centros de trabajo. En fin, que se preguntan el por qué recurrir a métodos de lucha que más parecen del siglo XIX que del actual 2012. Pues bien, cuando los derechos históricamente conseguidos a través de los años, conseguidos con sangre, sudor y lágrimas, detenciones, muertes y represión, cuando todo eso que se había conseguido luchando es arrebatado porque sí, porque le conviene al grupillo de oligarcas de turno, cuando las condiciones de trabajo y salariales las vuelven a equiparar con aquellas del siglo XIX, bien propicia que los métodos de lucha para contrarrestar esta ofensiva capitalista sean métodos de lucha del XIX.

En Asturias, por ejemplo, la minería lleva funcionando más de cien años, produciendo carbón, y convirtiendo éste sector en estratégico y necesario para la subsistencia y desarrollo de este país, imprescindible incluso en los años de la dictadura franquista.

A pesar de ser un sector tan importante, era vilipendiado. Salarios de miseria, largas jornadas de trabajo, condiciones infrahumanas con ausencia de la más mínima seguridad, total riesgo pulvígeno contrayendo la mortal enfermedad de la silicosis. Esta situación provocó centenares de muertos y lisiados, sólo hay que consultar las estadísticas. El que tenía la “suerte” de sobrevivir era enviado a casa con una pensión irrisoria.

A finales de los años 70, y con la dictadura todavía coleando, algunas de estas condiciones se lograron mejorar mínimamente, pero no fue sin muchas huelgas, despidos, detenciones, muertes, represión, encarcelamiento y torturas.

Pero las mejoras que se pedían eran en particular para los mineros y sus condiciones de trabajo, pero en general para su entorno, pues a cargo de los mineros había familias, niños y ancianos, personas y empresas cuya actividad estaba directamente relacionada con la mina. Por cada puesto de trabajo en mina se generaban dos más indirectos e inducidos. Sinuosas carreteras que en muchos casos eran antiguos caminos vecinales un poco reparados y ampliados, el ruido y el polvo impregnándolo todo día y noche, degradación de los ríos, escombreras por doquier que enrarecían aun más el deteriorado paisaje, a lo que habría que sumar el “achatarramiento” de instalaciones abandonadas, pérdida de manantiales a causa de las explotaciones, etc.…

Las casas, los hogares, eran construcciones rurales con las típicas carencias de la época, y con la llegada propiciada por el gobierno de la inmigración, lo que se consiguió es un chabolismo puro y duro. Cierto es que en las poblaciones donde se asentaba el comercio y la pequeña industria vinculada a la mina, así como en las barriadas que eran construidas junto a los pozos, la situación era más sostenible, pero no en exceso.

Esas carencias se han ido manteniendo con el tiempo, confirmando la máxima de que sólo necesitan a los mineros y sus familias para extraer carbón, teniéndoles como algo así como ciudadanos de segunda. Además, durante la dictadura franquista, en 1967, se crea la empresa pública HUNOSA con indemnizaciones escandalosamente millonarias a los empresarios propietarios de las minas, en muchos casos contabilizando activos por metros cúbicos de aire y que aportaron plantillas de trabajadores muy recargadas en puestos no productivos constituyéndose en una gran rémora para la productividad que a lo largo de los años la empresa no logra corregir.

Con las nuevas energías y la globalización de la actividad económica, así como lo dificultoso de los yacimientos que graban mucho el coste por tonelada, la minería fue perdiendo la fuerza de su capacidad abastecedora de energía.

En su día los sindicatos, conscientes de la nueva situación, pactaron con los distintos gobiernos la reducción del sector, luchando por mantener una producción estratégica. En el estado solo tenemos carbón como productor de energía.

En ese pacto se alcanzó el compromiso para reparar la degradación ambiental que favorezca el hábitat así como unas buenas comunicaciones y también una imprescindible reindustrialización para mantener población en las cuencas y que estas no sean sumergidas en la marginalidad. A día de hoy, la inmensa mayoría de estos acuerdos entre sindicatos y gobiernos siguen sin cumplirse.

Gobierno tras gobierno van deshaciendo acuerdos, promesas, van deshaciendo a su antojo derechos conseguidos históricamente por la clase obrera y por los mineros, y éstos, una vez más, sufren en sus carnes y en la de sus allegados la represión, la criminalización y la persecución.

Pero como hemos dicho más arriba, ante estas injusticias y estas embestidas del capital caníbal, los compañeros mineros no agachan la cabeza. Nada más lejos de su intención. Su intención no es ni más ni menos que no permitir que les arrebaten lo que ellos y sus antepasados consiguieron con tanto esfuerzo, sus derechos a trabajar y vivir dignamente. En vez de resignarse, convertidos en ejemplo ya no solo para el resto del estado, sino para la clase obrera internacional, se movilizan, resisten, y luchan. Porque es su deber como clase obrera. Y el nuestro unirnos a su grito.

Desde Reconstrucción Comunista queremos expresar nuestra admiración y solidaridad para con los mineros, sus familias, y concretamente, con su lucha y sus peticiones. No son ni más ni menos que las exigencias de la dignidad, del orgullo, del amor propio, de la nobleza y la grandeza que caracteriza a la clase obrera.


"No hay nada que los capitalistas teman más que la resistencia unida y con determinación del pueblo trabajador" Bob Crowe, secretario general de RMT, sindicato de transportes de Reino Unido.


RECONSTRUCCIÓN COMUNISTA (RC)

JULIO 2012