viernes, 11 de julio de 2014

Sobre los sucesos en Palestina

La prensa habla de más de 90 asesinatos indiscriminados en Gaza y 400 toneladas de explosivos sobre la población palestina en tres días de bombardeos. Con la excusa de los precarios cohetes de Hamás, Israel sigue masacrando la población árabe, aunque sean niños o personas indefensas. Los mismos funcionarios de la hipócrita ONU destinados en Gaza están comprobando el terror y la muerte que sufre a diario el pueblo palestino. No es auto-defensa ni protección de civiles, como dicen los voceros occidentales del régimen sionista. El asesinato, la negación total de derechos y la expulsión de árabes de sus casas y tierras empezó mucho antes de que Hamás lanzara cohetes; lanzamientos que responden más a la desesperación y la impotencia que a una estrategia real y efectiva.

Por lo tanto, aquí no caben posturas equidistantes de “llamar a la calma” o a “evitar una escalada de violencia”, posturas que realmente encubren el estatus de Israel como Estado genocida y racista, pues es un enclave imperialista muy valioso para Occidente. Los responsables del genocidio, las matanzas y el exilio forzado de palestinos deben ser juzgados por crímenes contra los derechos elementales del pueblo.

Israel ha dejado claro en las negociaciones políticas que están dispuestos a aniquilar la población árabe, y es que, no en pocas ocasiones, se ha puesto sobre la mesa la solución de dos Estados con las fronteras del 67. Esta propuesta fue defendida incluso por el imperialista Obama. Dichas fronteras seguirían siendo una humillación para los palestinos, pues significan el reconocimiento implícito de la teocracia judía de Israel, pero las autoridades palestinas estaban dispuestas a aceptarlas. Incluso Hamás, en presencia del ex presidente americano Jimmy Carter, afirmó su voluntad de sentar las bases de la paz sobre dichas fronteras. Pero es una constante que Israel se niegue a cualquier propuesta que no conlleve a los Palestinos a convertirse en una simple reserva indígena, y cuando ha habido conversaciones entre ambos bandos, las provocaciones sionistas han continuado mediante la construcción de nuevos asentamientos. Es por eso que no cabe ninguna duda de los verdaderos objetivos de Israel: expulsar a todos los árabes y convertir lo que queda de Palestina en una teocracia dónde sólo caben judíos. No hace falta que recordemos a qué experiencia europea del siglo XX se asemeja dicha política racista. Por otro lado, la comunidad internacional, sigue encubriendo y apoyando al sionismo. Cuando en el 2006, Hamás venció claramente en las elecciones legislativas, la comunidad internacional decidió dejar sin ayudas a la población de Gaza como castigo por no elegir a dirigentes más pusilánimes y controlables en su lucha contra el sionismo. A eso se le une la equiparación de los dos bandos como beligerantes iguales, que encubre la violación y la masacre sionista contra los árabes. La explicación radica en el juego de intereses imperialistas de Estados Unidos en alianza con el bloque imperialista europeo, para quienes Israel representa una punta de lanza imprescindible en Oriente Medio.

Sin embargo, por encima de los sentimientos viscerales que despierta ver a Israel bombardear a la  población de Gaza, no debemos ser acríticos con cualquier movimiento político nacionalista. No se detuvo el avance de Israel cuando la resistencia la capitaneaban sectores izquierdistas y tampoco lo logran ahora capitaneados por islamistas. Se hace más necesaria que nunca la constitución de un movimiento revolucionario en Palestina dirigido por la clase obrera, que agrupe a revolucionarios por encima de ambas etnias y religiones y que, en alianza con el movimiento de liberación nacional palestino, derrote al Estado israelí y prosiga la revolución. Pero mientras no se ponga fin al genocidio, hay que seguir denunciando al Estado de Israel por lo que es, un Estado criminal. Que las muertes no caigan en el olvido.

¡Boicot a Israel!

¡Viva Palestina libre!