Nos oponemos frontalmente al pseudofeminismo
burgués institucional por su doble cara: por un lado, salen cada 8 de Marzo y
cada 25 de Noviembre a la calle a hacer su habitual ritual de lavado de imagen
y, para cumplir (de modo formal) con lo dispuesto en la LO de Medidas de
Protección Integral contra la Violencia de Género, aprueban la llamada
“Estrategia Nacional para la Erradicación de la Violencia de Género 2013-2016”.
Por otro, recortan los presupuestos destinados a la atención de las víctimas y
a su reinserción social y laboral, no contabilizan las agresiones físicas
machistas si las víctimas no pasan más de 48 horas ingresadas en un hospital, suprimen
las competencias locales de Igualdad respecto a la asistencia a las víctimas y
a las personas dependientes de estas (hijos e hijas, personas de edad avanzada,
etc.) y aumentan los costes judiciales, provocando que solo el año pasado más
de 15.000 mujeres trabajadoras retirasen las denuncias interpuestas debido a su
imposibilidad para asumir dichos costes.
Reconstrucción Comunista no apoya las
movilizaciones convocadas para el 25 de Noviembre porque la violencia machista
no es solo un hombre asesinando a su pareja o expareja, como recogen los datos
del CIS o la ONU. Para nosotros, la violencia machista es la que a diario
ejerce el Estado burgués contra las mujeres de la clase obrera
desprotegiéndolas ante su ley y recortándoles derechos. Las trabajadoras se han
visto forzadas a dar otro paso atrás en el camino de su emancipación (y uno más
en el incremento de la dependencia de las mujeres trabajadores respecto a los
hombres, ya sea dependencia emocional o económica) a través de medidas
antiobreras como la temporalidad del trabajo, la flexibilidad laboral (que
incrementa el riesgo de despido y que afecta de manera visible a las mujeres) y
recortes sociales como los implementados sobre los presupuestos destinados a la
dependencia o el encarecimiento de las guarderías, que las confinan al hogar
(en el caso de las mujeres en paro, a tiempo completo; en el caso de las que
aún conservan un trabajo precario, haciendo dobles jornadas), para que cumplan
con determinadas tareas (debido a los roles impuestos por el patriarcado según
los cuales la mujer debe conciliar el trabajo productivo y el reproductivo).
Tareas que el Estado burgués, al que no le suponen ningún coste de producción,
no reconoce como trabajo.
No podemos dejar de destacar también el grave
ataque contra las trabajadoras que supone la penalización del aborto, que pone
por delante de la voluntad de las mujeres el criterio (frecuentemente
ideológico) de los médicos y, además, atenta gravemente contra la salud de las
trabajadoras con peores condiciones económicas, ya que recurren a peligrosas prácticas
clandestinas para la interrupción de su embarazo debido a que no pueden
costeársela en una clínica privada o en el extranjero. Pero el derecho a
decidir de las mujeres no solo se ve coartado con la penalización del aborto
sino también con la propia maternidad, pues los tratamientos de reproducción
asistida de la sanidad pública ahora excluyen también a lesbianas y solteras.
Esto, junto con la reclusión de las trabajadoras en el hogar, no son más que
medidas reaccionarias de profundas raíces patriarcales (que buscan reforzar la
familia nuclear y la esfera privada) que el Estado burgués exprime al máximo
para aplastarnos como clase y en su beneficio. Es, por tanto, un despropósito
desligar la lucha contra el patriarcado de la lucha contra el capitalismo,
olvidar la raíz opresiva de clase que nos aplasta desde el Estado burgués como
clase a todos los trabajadores y, a las mujeres, como trabajadoras y también
como mujeres. La lucha feminista será de clase o no será: las comunistas no
queremos arrimar el hombro con nuestras enemigas de clase. No será la burguesía
la que nos conceda los derechos, como tampoco nos los concederán al
proletariado. Solo el fin del capitalismo puede acabar con la raíz de la
opresión de clase y género, y solo la construcción del socialismo garantizará
la eliminación de todo resquicio del patriarcalismo que vertebra las relaciones
sociales que se derivan del modo de producción capitalista.
¡Viva la lucha de la mujer trabajadora!
¡Por un feminismo de clase y combativo!
¡Por un feminismo de clase y combativo!